Psicólogo en Sevilla – Federico Casado Reina

Timidez y Fobia Social

Una fobia social es un tipo especial de miedo. El miedo no tiene por qué ser necesariamente malo, ya que de alguna forma supone una señal de aviso frente a situaciones de peligro (animales peligrosos, enfermedades, accidentes…) y nos ayuda a estar alerta en vez de incapacitarnos negativamente ante el objeto que produce la alarma.

Podríamos hablar de fobia cuando la intensidad con la que vivimos el miedo es:

Aunque algunas fobias son muy conocidas (los aviones, los insectos, los espacios cerrados o abiertos…), la fobia social se centra en situaciones mucho más complejas (la interacción social), y altera totalmente nuestra existencia, ya que de manera natural estamos obligados a vivir en sociedad.

Normalmente tenemos cierta incertidumbre, ansiedad e inseguridad al conocer a personas nuevas; pero una vez roto el hielo, la mayoría logra convertir esos encuentros en una experiencia agradable. En cambio las personas con fobiaTimidez Fobia Social social experimentan un grado de ansiedad mucho más elevado en estas situaciones, llegando a ser tan grande que se producen señales físicas delatadoras (sudor, temblor muscular y de voz, rubor, etc.) que nos hacen más vulnerables e inseguros y la situación social, en vez de convertirse en una experiencia positiva, se transforma el algo desagradable. De este modo, nos desanimamos e intentamos evitar con todo tipo de estrategias la interacción humana.

El deseo que solemos tener todos de formar parte de los grupos sociales, ser valorados y apreciados se ve gravemente disminuido, con la consiguiente baja autoestima y complejo de inferioridad.

Algunas fobias sociales acentúan el miedo a tratar con el otro sexo a extremos que producen graves dificultades para conseguir pareja.

El miedo no es un estado emocional inmóvil, como un estado de tristeza o alegría. Se alimenta de:

La timidez

Es una forma atenuada de fobia social, y que habitualmente tenemos y disimulamos todos mejor o peor.

Muchas veces esto está en agudo contraste con un ambiente familiar en el que hemos sido mimados y protegidos, aunque en otras ocasiones es todo lo contrario: un ambiente familiar autoritario y descalificador también produce futuros tímidos.

Nuestra forma de ser se hace en el ejercicio de relacionarse con los demás, es un resultado de atreverse ser nosotros mismos delante de los demás, mezclándose y entrando en conflictos que uno aprende a ir solucionando sobre la marcha.

La persona tímida es cautelosa: no se arriesga a equivocarse, a ser rechazada o a resultar inadecuada, y como no practica no avanza, y espera que un día se levantará con la moral alta y resultará segura de sí misma por arte de gracia (y no pasando por los malos tragos y apuros que todos tenemos que traspasar para curarnos de complejos e inseguridades y para resultar hábiles amigos y relacione públicas).

Descubrir lo que somos realmente tiene algo de lanzarse al abismo de lo desconocido y explorar lo que resulta de ello, y esta es la forma mejor de superar la timidez.

La persona tímida tiende a creer que no tiene mucho valor o capacidad, pero la realidad no es exactamente esa, sino que uno mismo se autolimita, inhibiéndose con pensamientos negativos tales como «lo mio no tiene importancia», «todo lo que digo es aburrido» o «podría molestar a alguien». 

Nos cuesta encontrar nuestro propio lugar en el mundo, y en vez de ello caemos en el error de pretender ser otros. 

El nivel de ansiedad puede subir a un punto crítico por encima del cual se produce un ‘ataque de pánico’ durante unos minutos en los que la persona le parece que pierde el mundo de vista, el equilibrio, o que pudiera enloquecer o estar muriendo de forma repentina.

Los mismos pensamientos de estar ‘pillado’ ‘atrapado’ y padeciendo algo ‘horrible’ actúa como incentivo y mantiene el ataque. Las complicaciones de los ataques de pánico pueden ser que la persona desarrolle ‘agorafobia’ o miedo a tener ataques de pánico en situaciones donde ya se han producido o que parezcan una ‘encerrona’ (un espacio demasiado cerrado, demasiado abierto, demasiados estímulos o gente, estamos lejos o en una situación en la que haríamos un mal papel huyendo).

¿Cómo afecta nuestras vidas la fobia social?

Nos empobrece reduciendo a la mitad nuestra vida social, nuestras posibilidades de ocio y progreso profesional.
La frustración que todo ello implica puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general (a veces es causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de sufrimiento) e irritación descontrolada con el circulo familiar íntimo.

Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente resentidas y romperse.
Elimina aquellos oportunidades que suelen provenir de la actividad social (hacer amigos en el colegio o en el trabajo, participar en las equipos, promocionarse en el trabajo, etc.) . Puede ocurrirle a un fóbico social que rechace un buen trabajo solamente por el miedo que tiene a las nuevas responsabilidades, especialmente si tiene que tratar con muchas personas y hacer reuniones.
Normalmente, la psicoterapia suele ser bastante efectiva a la hora de tratar la fobia social, con los elementos de reestructuración cognitiva y prevención de respuesta.

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