La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. En realidad, significa «rebotar» de una experiencia difícil, como si fuéramos una bola o un resorte.
Varias investigaciones han demostrado que la resiliencia no es algo extraordinario, sino algo cotidiano, normal, a la mano de cualquiera, ya que la gente comúnmente demuestra diversos grados de resiliencia. Un ejemplo es la respuesta de las personas a los ataques terroristas o a las guerras y sus esfuerzos individuales para reconstruir sus vidas.
Ser resiliente no quiere decir que no experimentemos dificultades o angustia ante las situaciones conflictivas. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.
La resiliencia no es una característica que la gente tenga o no tenga: estos procesos de adaptación, conductas, pensamientos y acciones pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquer persona.
La combinación de varios factores contribuye a desarrollar la resiliencia. Se ha descubierto que uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener buenas relaciones y apoyo social dentro y fuera de la familia. Las relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona.
Otros factores asociados a la resiliencia son:
- La capacidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios para llevarlos a cabo.
- Una visión positiva de sí mismos, y confianza en sus fortalezas y habilidades.
- Destrezas en la comunicación y en la solución de problemas.
- La capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.
La resiliencia conlleva mantener flexibilidad y balance en su vida en la medida que afrontamos circunstancias difíciles y eventos traumáticos.
Algunas formas de construir una actitud resiliente son:
- Establecer relaciones: Es importante establecer buenas relaciones con familiares cercanos, amistades y otras personas importantes en su vida. Aceptar ayuda y apoyo de personas que lo quieren y escuchan, fortalece la resiliencia. Ayudar a otros que le necesitan también puede ser de beneficio para usted.
- Evitar ver las crisis como obstáculos insuperables: Usted no puede evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, pero si puede cambiar la manera como los interpreta y reacciona ante ellos.
- Aceptar que el cambio es parte de la vida: Es posible que como resultado de una situación adversa no le sea posible alcanzar ciertas metas. Aceptar las circunstancias que no puede cambiar le puede ayudar a enfocarse en las circunstancias que si puede alterar.
- Moverse hacia sus metas: Desarrolle algunas metas realistas. Haga algo regularmente que le permita moverse hacia sus metas, aunque le parezca que es un logro pequeño.
- Llevar a cabo acciones decisivas: En situaciones adversas, actúe de la mejor manera que pueda. Llevar a cabo acciones decisivas es mejor que ignorar los problemas y las tensiones, y desear que desaparezcan.
- Buscar oportunidades para descubrirse a sí mismo: Muchas veces como resultado de su lucha contra la adversidad, las personas pueden aprender algo sobre sí mismas y sentir que han crecido de alguna forma a nivel personal.
- Cultivar una visión positiva de sí mismo: Desarrollar la confianza en su capacidad para resolver problemas y confiar en sus instintos, ayuda a construir la resiliencia.
- Mantener las cosas en perspectiva: Aun cuando se enfrente a eventos muy dolorosos, trate de considerar la situación que le causa tensión en un contexto más amplio, y mantenga una perspectiva a largo plazo.
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