La apatía emocional se define como un síndrome complejo que se caracteriza por un déficit persistente de la motivación. Además de la perdida de motivación (interacción compleja de conciencia, atención, percepción e interacción con el medio), suele existir una disminución de la voluntad, del interés por las actividades y de la iniciativa, conjuntamente con una disminución de la respuesta afectiva (sentimientos y emociones) frente a cualquier tipo de estímulos sean éstos positivos o negativos. Como patología, se trata de un trastorno afectivo que causa indiferencia frente a los acontecimientos, las personas o el medio que rodea al sujeto que la padece y hace referencia tanto a aspectos cognitivos y afectivos como a ciertos comportamientos, que en conjunto provocan una importante disminución de las conductas autogeneradas con un determinado fin.
La mejor acotación que podríamos hacer de la apatía emocional es como un déficit motivacional primario que hay que diferenciar de la depresión y las dificultades funcionales propias del declive cognitivo y puede ser considerada como un síntoma o una dimensión de la conducta humana. Conceptualmente hace referencia tanto a aspectos cognitivos y afectivos como conductuales.
Un adecuado diagnóstico diferencial entre la depresión y la apatía constituye el éxito terapéutico y por tanto una mejora en el funcionamiento global del paciente y en su calidad de vida. Este diagnóstico es una tarea difícil que requiere de un conocimiento profundo de psicopatología ya que hay que tener en cuenta que las opciones terapéuticas para tratar la depresión y la apatía a veces presentan efectos antagónicos. Síntomas como la abulia (perdida de motivación extrema) y la pérdida de iniciativa e interés aparecen como síntomas tanto en la depresión como en la apatía, y a veces se superponen los dos síndromes. Hay que tener en cuenta que la depresión puede causar apatía, aunque no todos los depresivos son apáticos ni todos los apáticos tienen depresión. En la depresión, la persona está triste casi siempre, tiene sentimientos de culpa y desesperanza, es muy autocrítica y pesimista, mientras que en la apatía hay una pérdida en la respuesta emocional y por tanto, la persona no tendrá sentimientos de culpa o tristeza.
La presencia de un estado de ánimo triste y de anhedonia (incapacidad para experimentar placer) es particularmente útil para diferenciar la depresión de la apatía: tanto el ánimo triste como los síntomas disfóricos (sentimientos de culpabilidad, pesimismo, autocrítica, desesperanza…) están presentes en la depresión pero no en la apatía, la cual se caracteriza precisamente por la ausencia o perdida de la respuesta emocional. Frecuentemente, la apatía viene acompañada de síntomas como cansancio, aburrimiento, tristeza, instalación en la rutina o escasez de vida social y afectiva.
La apatía es uno de los síntomas más frecuentes en las demencias en general y en la enfermedad de Alzheimer en particular. Sin embargo puede aparecer asociada a un variado número de trastornos, tanto neurológicos como mentales (depresión mayor, la esquizofrenia, etc.).
La presencia de apatía bien como síndrome o bien como síntoma constituye de un importante problema de salud pública y se asocia con importantes déficits en el individuo, un aparente empeoramiento cognitivo, un mayor aislamiento social, y una importante merma del funcionamiento global en la vida diaria; sus mecanismos responsables se situarían en el nivel de la elaboración, ejecución y control de la conducta autogenerada y volitiva, y puede ser reversible, al menos en parte, mediante la estimulación externa del sujeto.
Cómo vencer la apatía emocional
La pereza, el desánimo es lo contrario que la energía, la fuerza y el vitalismo. En una sociedad exigente, que cada vez exige más de nosotros mismos es necesario estar en contacto continuo con nuestra energía, y sobre todo, con nuestro sentimientos de sentirnos capaces. En la mayoría de los casos esto es lo que nos ocurre, esto es lo que de alguna manera está dañado en nuestro interior y lo que nos dificulta o nos impide realizar nuestra vida cotidiana.
No es lo más frecuente que se caiga en la apatía de un día para otro. Suele llegarse después de un camino de desilusión y hay que recorrerlo a la inversa, aunque sea despacio. Los pequeños gestos para salir de la rutina son importantes: comenzar a practicar un hobby, hacer hoy algo distinto a lo acostumbrado, concentrarse en los pequeños y placenteros detalles cotidianos para saborearlos, sin olvidar trazarse metas. Funciona establecer metas fáciles de alcanzar e ir alimentando la motivación lentamente, superando esos pequeños retos, hasta tener la fuerza necesaria para afrontar los mayores.
Miguel A. Muñoz
Interesante descripción de este síndrome/síntoma.
Como posible aportación a la superación por parte del paciente, fijando metas fáciles, sobre todo al principio, puede ser ilustrativa la ecuación de W. James de la Autoestima:
Autoestima = (Éxito en las pretensiones)/(Pretensiones fijadas).
Si nos ponemos metas (pretensiones fijadas) muy exigentes, el denominador de la ecuación es muy alto y la probabilidad de éxito muy baja, con lo cual la Autoestima se resiente.
Es preferible, por lo tanto, como bien dice la entrada del blog, fijar pretensiones asequibles de alta probabilidad de éxito, aumentando así la Autoestima.
Enhorabuena por la entrada del blog y un saludo.
Miguel A. Muñoz.
Federico Casado Reina
Muchas gracias, me alegro que te guste. Y gracias por tu aportación.