¿Puede existir la adicción a la televisión? Diferentes estudios aseguran que es un problema muy real. Las personas que generan conductas adictivas a la ‘caja tonta’ no suelen darse cuenta pero, con el tiempo, acaban limitando su vida en base a la pequeña pantalla.
Antes que nada, hay que delimitar que no es lo mismo adicción que abuso. Los españoles pasan una media diaria de casi tres horas delante de la televisión, es decir, prácticamente la mitad de su tiempo de ocio. Sin embargo, esto no significa que se trate de una conducta adictiva. Varios psicólogos han delimitado que se produce abuso cuando una persona acude constantemente a una actividad o sustancia para «sentirse bien«. En cambio podemos hablar de adicción cuando esta actividad o sustancia se necesita obligatoriamente para sentirse bien. Existe una gran diferencia entre una persona que abusa de la pequeña pantalla porque está aburrida, a otra que sufre de ansiedad e irritabilidad si se apaga la televisión. Un tranquilizante que abandona el cuerpo rápidamente tiene muchas más probabilidades de causar dependencia que uno que deja el cuerpo despacio, precisamente porque el usuario es más consciente de que los efectos están desapareciendo. La asociación es reforzada positivamente porque los espectadores permanecen relajados a lo largo de la sesión de TV, y es reforzada negativamente a través del estrés y los pensamientos negativos persistentes que aparecen en cuanto la TV es apagada.
No obstante es la tercera actividad en consumo de tiempo de vida, tras trabajar y dormir. Alguien que vive 75 años, a ese ritmo, consume 9 años seguidos de su vida ante el televisor.
Profesionales de la salud mental definen la “dependencia de sustancia” como un desorden caracterizado por criterios que incluyen:
- A) el gasto de gran cantidad o proporción de tiempo usando la sustancia.
- B) su uso más a menudo de lo que el sujeto quisiera.
- C) pensamientos acerca de disminuir su uso o realizar intentos repetidos e infructuosos de disminuir su uso.
- D) dejar de lado actividades importantes de orden familiar, social o laboral para usarla y por último,
- E) manifestar síndrome de abstinencia al dejar de usarla. Todos estos criterios pueden aplicarse perfectamente a la gente que ve mucha televisión.
La afición desmedida por ver la televisión constituye un riesgo de dependencia por el encarcelamiento interno que anula la capacidad de libertad y decisión. Las personas más susceptibles de sufrir esta adicción son los sujetos de carácter inestable, carentes de iniciativa, los que se sienten solos o poco realizados, los enfermos depresivos, con baja autoestima y las personas impulsivas con dificultad de autocontrol.
En muchas familias, la televisión es un miembro más e incluso puede llegar a tener mayor presencia e influencia que los padres. Decidirse a limitar y regular su uso es clave para aprovecharla bien y evitar consecuencias negativas, ya que el teleadicto normalmente es mentalmente pasivo y tiene explosiones de violencia, de la misma forma que otro tipo de adictos -por ejemplo, a sustancias como drogas o alcohol-. El mayor problema que se presenta es que al estar en todas las habitaciones de la casa es casi inevitable no verla, y es que aunque no estemos viéndola, suele estar de fondo, por lo que esto agrava su adicción.
Los niños en edad escolar son los que con mayor facilidad se vuelven adictos a la televisión, debido a un abuso de la pantalla no tutelado por los adultos ¿Cuántos de nosotros podemos evitar mirar una pantalla aunque estemos gozando de una brillante conversación o entretenida lectura? La pantalla transmite un misterioso magnetismo, que nos obligará a dirigir nuestros ojos en esa misma dirección. Esta «paternidad pasiva» trae consecuencias, una de tantas como lo que paso en Japón con resultados de que muchos niños presentaron un cuadro de “convulsiones epilépticas por estímulos visuales«.
Varios estudios neurológicos realizados en el Reino Unido han indicado que ver demasiada televisión puede provocar cambios en el cerebro similares a los que se observan en aquellas personas que son alcohólicas o adictas a la cocaína. El psicólogo norteamericano Aric Sigman explica que los niños de hasta siete años de edad han pasado casi un año entero (suma total de horas) delante de la televisión, sugiere que los niños de hoy en día están en riesgo de sufrir una dependencia de por vida a las pantallas, sean de televisión, ordenador u otros dispositivos.
Algunos de los problemas que puede provocar la adicción a la televisión son:
- Aumento de la obesidad: al estar sentados sin hacer nada, pasando horas y horas delante del televisor hace que se produzca un aumento en la obesidad.
- Bajada en el rendimiento escolar, al estar pendiente solo ver ocupar el tiempo viendo la televisión, por lo que no se hace caso a los deberes ni al tiempo que debería de emplearse en estudiar.
- Aumento de la agresividad en la persona adicta, y este problema aumenta si se trata de un niño, ya que muchos programas incentivan la violencia, por lo que el niño, al ser como una esponja y repetir todos los comportamientos que ve a su alrededor termina volviéndose agresivo, lo que condiciona su vida bastante, ya que conforme baja creciendo irá volviéndose más agresivo.
- Frena la imaginación, ya que la televisión lo da todo echo, por lo que no deja la posibilidad de poder imaginar.
- Perturbación del sueño: Ver mucha la tv afecta a la calidad del sueño, pero si además el contenido es violento, aumenta los miedos y las fantasías agresivas.
Dentro de los medios de comunicación, la televisión es el más accesible, ya que está presente en la mayor parte de los hogares y no requiere de ningún esfuerzo o habilidades complejas para recibir la información, como sería, por ejemplo leer, en el caso de los libros y los periódicos.
La importante y creciente cabida de la televisión en la sociedad ha influido en la vida de todos sus miembros: al ver nuestra sociedad, podemos comprobar la importancia que tienen los medios de comunicación en nuestra vida, y a la vez, lo perjudicial, que, en ocasiones, pueden llegar a ser, ya que en algunos casos evidencian hechos de la vida sobre sexo, dogas, violencias, guerras, discriminaciones y alcohol, que son analizados sin ningún rigor científico ni ético. Estos hechos que perjudican a la mayoría porque los valores reales, estilo de vida y manera de vivir de cada uno está “manipulados» por modelos, valores y tipos de comportamientos, algunos de los cuales están bastante fuera del alcance de la mayoría de la población, pero otros pueden ser imitados y ejercer influencia directa sobre nuestro comportamiento.
Un lenguaje narrativo hipnótico
Las características formales del lenguaje televisivo (cortes publicitarios, edición de la imagen -cambio de perspectiva sobre la misma escena-, zooms, vistas panorámicas, ruidos repentinos) activan la respuesta de orientación, y de ese modo mantienen la atención sobre la pantalla.
La respuesta de orientación, descrita por Ivan Pavlov en 1927, es un mecanismo cerebral muy poderoso presente en todo ser vivo que tenga un sistema nervioso: es nuestra reacción visual o auditiva a cualquier estímulo nuevo o repentino y forma parte de nuestra herencia evolutiva, una sensibilidad al movimiento y a las amenazas depredadoras potenciales. Cuando percibimos un estímulo repentino y nuevo, el cerebro detiene momentáneamente la actividad consciente que esté realizando para centrar su atención, con prioridad absoluta, en el nuevo estímulo perceptivo, para identificar su origen, y evaluar si es o no una amenaza para la supervivencia del individuo, que requiera el estado de emergencia (prepararse para luchar o huir). Es uno de los instintos más primitivos e importantes que pueda tener un ser vivo, y es totalmente esencial para nuestra supervivencia.
Si el estímulo no está causado por una amenaza o no requiere atención inmediata, el cerebro puede volver a la actividad anterior a que se disparara la respuesta de orientación. Las reacciones típicas incluyen dilatación de las arterias cerebrales, reducción del pulso cardíaco, constricción de la red arterial de los principales conjuntos musculares. Las ondas alfa son bloqueadas por varios segundos. El cerebro centra su atención en conseguir más información mientras el resto del cuerpo se relaja. Estudiando cómo las ondas cerebrales eran afectadas por las características formales, los investigadores concluyeron que estos trucos estilísticos pueden perfectamente desencadenar respuestas involuntarias y extraen su capacidad de activar la atención del significado evolutivo de la detección del movimiento…
Es la forma, no el contenido, de la TV lo que es único. La respuesta de orientación puede explicar en parte algunas observaciones que hacen los telespectadores habituales, tales como: “cuando la tele está puesta, simplemente no puedo apartar la mirada de ella.” “Cuando veo TV, me siento como hipnotizado.” “Quiero ver menos televisión, pero no puedo evitarlo”. El ritmo cardíaco desciende durante 4 a 6 segundos tras un estímulo de orientación. En los anuncios, las secuencias de acción, y los vídeos musicales, las características formales a menudo se suceden a razón de 1 por segundo, activando así la respuesta de orientación continuamente. Se ha tratado de utilizar las características formales con fines educativos fijando la atención en la información transmitida por la pantalla, pero si el número de cortes, por ejemplo, excede de 10 en dos minutos, la capacidad de reconocimiento cae drásticamente. Una gran cantidad de cortes puede sobrecargar el cerebro.
Los videos musicales y los anuncios que usan un alto ritmo de cortes no están diseñados para transmitir información, sino para mantener la atención. El espectador puede retener el nombre de la marca, pero los detalles y el anuncio en sí entran por un oído y salen por el otro ya que la respuesta de orientación está sobrecargada. Los espectadores todavía atienden a la pantalla, pero se sienten cansados y consumidos, con poca recompensa psicológica a cambio.
En pocas palabras: esta técnica consigue dejar tu vista enganchada a la pantalla. Según afirma Robert Kubey, un psicólogo y profesor de Estudios de Medios en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, USA) que se ha dedicado a calcular este tipo de parámetros que pasan desapercibidos al espectador medio, «el corte rápido o el montaje rápido hacen efecto directamente en nuestra biología». La técnica de edición, afirma, consigue que se active nuestra «sistema reflejo», que es el responsable de nuestra capacidad de reaccionar a los movimientos espontáneos que nos rodean. Cuando a nuestro alrededor pasan cosas rápidas, por propia seguridad, «nos volvemos más comprometidos con lo que ocurre hasta el punto de que se convierte en físicamente difícil mirar lejos». Es decir, que muchas imágenes rápidas encienden el piloto de la atención más eficazmente que una escena fija. Pura estrategia. Si dejas de mirar, sabes que te estás perdiendo algo. («Dale para atrás 20 segundos que me perdí lo último»), estarás diciendo casi seguro.
Por suerte, siguiendo unos pocos y sencillos consejos es posible no llegar a estos extremos. Estas son algunas posibles medidas a adoptar en caso de que la adicción a la televisión comience a ser preocupante:
- Registro semanal de las horas de televisión vistas y momentos del día en los que se hace.
- Elaborar un listado de actividades motivadoras, sustitutivas y alternativas a la televisión y colocarlo en algún lugar visible.
- En casos extremos, se puede llegar a plantear la retirada temporal del aparato.
- Limitar el número de horas de televisión por semana y cumplirlo a rajatabla.
- Practicar ejercicio, por ejemplo bicicleta estática, de forma simultánea.
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