El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. La inteligencia emocional es definida por Goleman (1995) como el conjunto de habilidades que contribuyen al buen funcionamiento y al éxito y que son diferentes al Cociente de Inteligencia (CI, definido como el resultado de dividir la edad mental y la cronológica de una persona, multiplicado por 100). También podríamos definirla como un conjunto de capacidades emocionales, personales e interpersonales que influyen en la capacidad global del individuo para afrontar demandas y presiones del medio ambiente.
Definir inteligencia emocional necesitaría de un amplio número de variables y criterios que la implican. Primero debemos partir de los conceptos que la forman: inteligencia y emoción. Por un lado, la inteligencia es la capacidad para resolver problemas, aprender y crear nueva información. Por el otro lado, las emociones son procesos psico-fisiológicos que funcionan como indicadores de lo que sucede en nuestro ambiente (información emocional) para así tomar una respuesta o realizar una acción adaptativa acorde (procesamiento). Por tanto, la inteligencia emocional es la capacidad de procesamiento de la información emocional que sirve para adaptar nuestra conducta y procesos mentales a una determinada situación o contexto. Cuanta mayor capacidad tengamos de resolver este tipo de problemas, mayor inteligencia emocional tendremos.
La inteligencia emocional a diferencia del coeficiente intelectual (el cual se desarrolla sólo en la infancia y después de la adolescencia cambia muy poco) se aprende e incrementa durante toda la vida. Se desarrolla a partir de las experiencias, por lo cual nuestras habilidades en este sentido podrán continuar creciendo en el transcurso de la madurez.
Con el término Inteligencia Emocional nos referimos a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás: no se trata de «ahogar» las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.
Podemos dividir la Inteligencia Emocional en Intrapersonal, o habilidad para comunicarse eficazmente con uno mismo y para manejar en forma óptima las propias emociones; que está compuesta por la autoconciencia emocional, la autorregulación y la automotivación e Interpersonal, o habilidad para comprender y manejar eficazmente la emociones ajenas, que se divide a su vez, en empatía y habilidades sociales.
Siguiendo la teoría de Goleman, los principales componentes que integran la Inteligencia Emocional son:
- Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional): Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos mismos.
- Autocontrol emocional (o autorregulación): El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas. No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos de la emoción del momento, estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos.
- Automotivación: Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.
- Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía): Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos. Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.
- Relaciones interpersonales (o habilidades sociales): Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones; una de las claves de la Inteligencia Emocional.
Tanto la inteligencia emocional, como la autoestima sana y las habilidades sociales, pueden considerarse actitudes, ya que se trata de pautas de funcionamiento que incluyen las dimensiones cognitiva, emocional y conductual. Las
Hoy en día muchas empresas priman por encima de las habilidades técnicas, las habilidades emocionales. Empatía, autocontrol, equilibrio…La inteligencia emocional es una de las aptitudes más buscadas en los trabajadores, que pueden mejorarla siguiendo una serie de pautas.
Muchas corporaciones invierten grandes sumas de dinero en formar a sus empleados en Inteligencia Emocional, ya que se han dado cuenta de que una de las claves del éxito comercial y de la venta de sus productos radica en el grado en que sus trabajadores son capaces de reconocer y controlar sus emociones, así como las de sus clientes. Es casi impensable concebir un comercial de ventas que carezca de habilidades en el trato con los clientes, un empresario sin motivación para la dirección de su compañía o un negociador que no sepa capaz de controlar sus impulsos y emociones. Todo el conocimiento técnico basado en la mejor relación entre estudios académicos y experiencia no será ninguna garantía para estas personas, porque tarde o temprano malograrán operaciones económicas por un deficiente conocimiento de sus emociones.
Los beneficios de la inteligencia emocional han sido contrastados por diversos estudios en los últimos años. Se relaciona positivamente con constructos de la personalidad como son la extraversión, amabilidad, estabilidad emocional, apertura o conciencia y de forma negativa con el neuroticismo (Di Fabio y Saklofske, 2014). Esta relación también ha sido estudiada por Pérez-González y Sánchez-Ruiz (2014), que demostraron que la inteligencia emocional podía ser considerada como un indicador de los factores generales de la personalidad entre los que se incluyen: apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión, amabilidad o la estabilidad emocional.
Por este motivo, los demás se encuentran a gusto a su lado, pues se sienten comprendidos y respetados. Tienen también una alta capacidad para mantener buenas relaciones, influir en los demás, comunicarse con claridad, manejar conflictos y trabajar en equipo. Así pues, es frecuente que tengan también una alta inteligencia social.
Las personas con más éxito en sus vidas son aquellas con una inteligencia emocional más alta, no necesariamente las que tienen un CI más alto. Esto es debido a que las emociones, cuando no se manejan correctamente, pueden acabar destrozando la vida de una persona, impedirle tener relaciones satisfactorias, limitar su progreso en el trabajo, etc. En general, la inteligencia emocional:
- Ayuda a triunfar en todas aquellas áreas de la vida que implican relacionarse con los demás y favorece el mantenimiento de relaciones más satisfactorias.
- Ayuda a mantener una mejor salud al ser capaces de manejar mejor el estrés y las emociones negativas como ansiedad, sin dejar que les afecten el exceso o durante demasiado tiempo. El estrés no manejado correctamente puede repercutir negativamente en la salud mental, haciendo que seas más vulnerable a los trastornos de ansiedad y depresión. Además, la persona que no maneja bien sus emociones tiene muchos más altibajos emocionales y cambios de humor que perjudican sus relaciones y su funcionamiento.
- Ayuda a relacionarse mejor con los demás. Las personas con una alta inteligencia emocional son más capaces de expresar lo que sienten a los demás y entender lo que sienten los otros. Esto les permite comunicarse de manera más efectiva y crear relaciones más profundas, tanto en la vida personal como profesional.
La inteligencia emocional desempeña un papel central en el éxito o el fracaso de todo tipo de relaciones humanas, desde las sentimentales y familiares hasta los vínculos laborales. También es un factor determinante en el funcionamiento de las organizaciones, ya que la empatía, autocontrol emocional y motivación de las personas puede condicionar el trabajo en equipo, haciéndolo más o menos eficiente y satisfactorio. Estas habilidades también son importantes en la capacidad de las personas de convencer, manipular e incluso dominar a los demás (los líderes tienden a ser personas emocionalmente inteligentes).
Este concepto también ha tenido un enorme impacto en el ámbito educativo, introduciendo la cuestión de los elementos emocionales en la relación entre docente y alumno, y la importancia que esto tiene al momento del aprendizaje cognitivo. Tanto la inteligencia emocional del docente como la del alumno tienen un peso significativo en el resultado exitoso o no del proceso de enseñanza.
Existen diversos estudios que acreditan que los programas de intervención socioemocional mejoran diversos componentes de la inteligencia emocional tales como las habilidades sociales interpersonales (Bracket, Rivers Reyes y Salovey, 2010) o la resolución de problemas interpersonal (Gómez-Pérez, 2014).
Las Competencias Emocionales
Las competencias emocionales -esto es, la capacidad emocional de una persona- las dividiremos en cinco categorías: Autoconciencia, Autorregulación, Motivación, Empatía y Destrezas Sociales.
Las competencias emocionales que dependen de la AUTOCONCIENCIA son:
- Conciencia emocional: identificar las propias emociones y los efectos que pueden tener.
- Correcta autovaloración: conocer las propias fortalezas y sus limitaciones.
- Autoconfianza: un fuerte sentido del propio valor y capacidad.
Las competencias emocionales que dependen de la AUTORREGULACIÓN son:
- Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los impulsos.
- Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.
- Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño laboral.
- Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.
- Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y las nuevas situaciones.
Las competencias emocionales que dependen de la MOTIVACIÓN son:
- Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.
- Compromiso: matricularse con las metas del grupo u organización.
- Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.
- Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.
Las competencias emocionales que dependen de la EMPATÍA son:
- Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y perspectivas de los compañeros de trabajo.
- Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo del resto y reforzar sus habilidades.
- Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades reales del cliente.
- Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades laborales a través de distintos tipos de personas.
- Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales del grupo, así como el poder de las relaciones entre sus miembros.
Las competencias emocionales relacionadas con las DESTREZAS SOCIALES son:
- Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.
- Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.
- Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten dentro del equipo de trabajo.
- Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en su conjunto.
- Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.
- Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.
- Colaboración y cooperación: trabajar con otros.
Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste con frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos es alguien con mala inteligencia emocional. Por el contrario, una persona que se conoce bien a sí mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende sus impulsos, que los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no afectar negativamente a la gente que le rodea es una persona con muy buena inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es, en definitiva, la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y generando resultados positivos. En otras palabras, es la habilidad para gestionar bien las emociones para la gente que nos rodea se sienta a gusto a nuestro lado.