Aunque ser perfeccionista podría parecer que nos va a ayudar a tener éxito, el exceso de perfeccionismo provoca consecuencias negativas como vivir permanentemente en tensión, estar más angustiado, no disfrutar de los logros e, incluso, tener un sentimiento de fracaso pese a hacer bien las cosas, ya que nunca podremos llegar a la excelencia completa, esto es, la perfección. Existe una gran diferencia entre querer hacer las cosas lo mejor posible y mejorarlas cuando se puede, pero sin demasiada angustia o estrés y tener que hacerlas perfectas -«porque si no, significa que soy poco valioso, importante, inteligente«-.Para definir realmente lo que es perfeccionismo tenemos que atender a tres síntomas principales:
- La obsesión por mantener siempre los estándares más altos en todo lo que se hace (en muchas ocasiones, estándares poco razonables para la mayoría).
- Hacer depender tu valor personal única y exclusivamente de tu habilidad para conseguir alcanzar esos estándares.
- Experimentar consecuencias negativas por el hecho de perseguir esos estándares, pero seguir insistiendo a pesar de sufrir los efectos negativos en ti mismo/a.
Es normal que se deseen hacer las cosas lo mejor posible, tener buena fama en nuestro trabajo o ser un punto de apoyo para nuestro entorno afectivo. El problema surge, cuando no nos basta la intención de dar lo mejor de nosotros mismos, y se convierte en una obsesión, ser considerados infalibles en todo lo que hagamos y a todo cuanto nos enfrentemos. El fracaso no tiene cabida en nuestro mundo. Esto hará que el umbral de la frustración sea mínimo y el errar se convierta en la peor de nuestras pesadillas.
Las personas perfeccionistas con un estilo adaptativo poseen estándares altos pero realistas, orden, organización y afán de superación. Mientras que en el perfeccionismo desadaptativo, además de elevados, los estándares elevados son irrealizables. Predomina una preocupación excesiva por los errores y existe una gran discrepancia entre el resultado obtenido y las exigencias personales. Aún puede resultar mucho peor cuando intentamos compararnos con otros de manera permanente, aumentando así nuestra frustración.
El perfeccionismo cuando se convierte en una obsesión puede ser también síntoma de una personalidad obsesiva o de un trastorno obsesivo compulsivo. Al «perfeccionismo» también se conoce como “Síndrome del Perfeccionista”, o “Trastorno Anancástico de la Personalidad”, y sus causas pueden ser variadas.
Aunque pueda existir una predisposición genética a ser perfeccionista, según la opinión de algunos expertos, parece indiscutible que el entorno ejerce una gran influencia en este trastorno desde el nacimiento. Entre las causas ambientales que pueden provocar una personalidad perfeccionista está crecer en un ambiente en el que se reciban elogios constantemente, ya que puede provocar una presión extra por mantener ese estándar. Recibir elogios no es malo, el problema surge cuando la autoestima depende solamente de factores externos, como por ejemplo, los elogios constantes. De la misma forma, ser humillado constantemente durante la infancia puede provocar que se intente conseguir un grado de perfección como manera de ser aceptado socialmente; los padres autoritarios que exigen mucho a sus hijos, también pueden provocar una personalidad perfeccionista en sus descendientes. También algún tipo de experiencia negativa o trauma puede causar que la persona quede marcada, de manera que se vuelva perfeccionista para ser aceptada o para suplir su vacío. Otros de los factores que pueden desencadenar este trastorno son:
- Crecer en un hogar con padres o hermanos muy exitosos puede causar que los individuos busquen estar a la altura de lo que se les exige como miembros de la familia.
- Los hijos de padres perfeccionistas pueden desarrollar una personalidad perfeccionista porque es lo que han aprendido en casa.
- Alguien que sufre baja autoestima puede trabajar sin cesar para compensar los sentimientos de inferioridad.
- La poca tolerancia al fracaso puede causar que alguien intente compensar de manera exagerada su miedo al fracaso.
- La sociedad altamente competitiva en la que vivimos puede causar que la gente se obsesione por la perfección para conseguir buenos resultados y destacar por encima de los demás.
Independientemente de si el perfeccionista se percata o no de su dolencia, suele pagar un precio elevado de su trastorno, ya que generalmente vive en permanente estado de tensión, se angustia con mucha facilidad, siente un gran temor a equivocarse, no disfruta de sus logros, se suele sentir fracasado o inútil en muchos momentos, entre otras cosas. Normalmente, el perfeccionismo puede ser el resultado de una baja autoestima: es un intento de demostrarnos y demostrarles a los demás, que sí somos capaces y dignos de ser valorados y apreciados. Pero paradójicamente, al mismo tiempo es uno de los principales obstáculos para aumentar y fortalecer nuestra autoestima. Porque trabajar para tener una autoestima elevada, implica hacer cosas que no siempre nos van a salir bien. Significa reconocer y aceptar nuestros errores. Y darnos permiso de cometerlos.
Otro de los grandes problemas en el ámbito del perfeccionismo es la Procrastinación: dejamos eternamente «para mañana» o «para luego» cualquier actividad importante, a la que se deba enfrentar el perfeccionista. Nunca está preparado. Siente un temor terrible a no estar a la altura y jamás encontrará el momento adecuado para hacerla. Siempre será preferible quedarse con la duda de cómo habrían salido las cosas, a enfrentarse a malas críticas o equivocaciones. Esta situación llevará una vez más al perfeccionista hacia un pozo de culpabilidad, tristeza, autocríticas crueles, ansiedad y frustración. El círculo vicioso siempre estará activo.
La tolerancia a la frustración
El perfeccionista tiene una característica que le hace especialmente vulnerable; su baja tolerancia a la frustración. Esta cuestión, sumada a la gran necesidad de ponerse metas de muy difícil cumplimiento, le suele poner en situaciones incómodas, callejones sin salida con los que se enfrenta en su día a día a menos que no sea perfecto. Unas expectativas excesivamente altas, es el campo de cultivo perfecto para que aparezca la frustración. Si un individuo tiene la tendencia a actuar de esta forma, y la frustración es algo muy frecuente en su vida, es fácil que los estados de tristeza y desesperanza hagan acto de presencia, alimentando también una gran sensación de desvalorización, y baja autoestima si la tendencia se alarga en el tiempo.
El perfeccionista además va a ser una persona marcadamente inconformista que siempre va a estar pensado en lo que podría tener más que pensar realmente en lo que tiene. Debido a esa característica de no valoran adecuadamente sus méritos. Una persona que no sabe valorar lo que tiene alberga muchas posibilidades de ser infeliz, y de estar demasiado en contacto con emociones negativas.
Es precisamente la tolerancia a la frustración una de las grandes claves para hacer frente al perfeccionismo patológico: hay que aprender a encontrar un equilibrio entre lo bueno y lo mejor. La baja tolerancia a la frustración genera una incesante autocrítica, en un mecanismo de anticipación a cualquier posible fallo o error. El perfeccionista o la perfeccionista se mantiene en alerta, “no se deja pasar ni una” no sea que vaya a cometer un error evitable, así, revisa, amplia información, chequea posibilidades y se pierde entre tantos intentos de controlar al máximo las variables que podrían amenazar el mejor de los resultados.
Esta habilidad para aceptar cierto grado de imperfección es lo que denominamos tolerancia a la frustración, que consiste en hallar satisfacción y reconocimiento en logros que no son “perfectos” pero que han supuesto un esfuerzo y avances en la dirección correcta.
La tolerancia a la frustración es una habilidad esencial para dar continuidad a los esfuerzos, perseverar y superar obstáculos. Es la clave en la motivación positiva y está en la base de lo que llamamos “fuerza de voluntad”, ya que supone afrontar el esfuerzo aceptando y valorando el resultado del mismo, esto genera la autoestima suficiente para seguir esforzándose, mejorando y avanzando.
Rocío Martín
Me ha parecido muy interesante el artículo y el punto de vista desde el que está tratado, el hecho de que una persona perfeccionista puede estar o puede a llegar a tener un TOC, es algo que muchas veces he llegado a pensar, pero hasta ahora no lo he visto reflejado en negro sobre blanco. Enhorabuena y me ha gustado muchísimo el artículo.
Federico Casado Reina
Muchas gracias, Rocío, me alegro que te haya gustado.
Antonio rabanal
A veces se consigue mas exito haciendo las cosas por el mero placer de hacerlas sin preocuparse del resultado.
Federico Casado Reina
El perfeccionismo es más una orientación hacia la excelencia, que la obsesión por conseguirla. Y como bien dices, muchas veces no debemos obsesionarnos con los resultados, sino con hacer una actividad.