Aunque parezca increíble, muchas personas no son capaces de desconectar y disfrutar en vacaciones. La enorme responsabilidad que sienten que cargan sobre ellos les impide disfrutar del tiempo libre.
El mundo actual es muy competitivo y esto induce un estado de estrés que, si bien inicialmente nos impulsa y motiva a permanecer atentos y dar lo mejor de nosotros mismos, de mantenerse continuamente conduce a un descenso de la motivación, rendimiento y de disfrute de la actividad laboral que incluso inducir algún trastorno tal como el burnout (en castellano, «estar quemado»), los trastornos de ansiedad o síntomas depresivos.
Con el fin de evitarlo, al margen de otras consideraciones, consejos y de la aplicación de técnicas de relajación como las de respiración es necesario contar con periodos de descanso en los que poder relajarse tanto física como psicológicamente y desconectar de los problemas cotidianos. Es decir, se hacen necesarias unas vacaciones: un periodo de descanso que resulta de gran utilidad al realizar actividades de recuperación tales como la relajación con el fin de que el individuo pueda abstraerse y descansar de los estresores que tiene en su vida habitual.
En una cultura que parece estar obsesionada con la productividad y la eficacia, se habla demasiado de trabajo y muy poco de vacaciones. Sin embargo, encontrar tiempo para descansar y desconectarse del estrés cotidiano es fundamental, sobre todo para nuestro cerebro.
Entendidas como recompensa por el esfuerzo realizado, las vacaciones resultan un elemento reforzador de la autoestima y el autoconcepto, además de prevenir la aparición de estrés y otros trastornos. Se trata de un periodo en el que poder hacer actividades que nos resulten placenteras y para las que normalmente no se tiene ocasión, dejando atrás temporalmente las responsabilidades asociadas al cargo, rol o estatus personal y social.
El hecho de disfrutar correctamente de unas vacaciones supone una gran cantidad de beneficios. En primer lugar, en relación al anteriormente mencionado estrés, el periodo vacacional ayuda a relajarse, reparando el organismo de los daños provocados por el aumento de cortisol y la ansiedad.
Asimismo, un buen descanso produce un aumento notable de creatividad, pudiendo dar pie a la formación de nuevas estrategias e ideas que en un entorno estresante no surgirían. Esto es debido a que en los periodos de descanso el cerebro no está inactivo, sino que únicamente deja de centrarse en determinada estimulación, activándose muchas otras áreas de la psique que suelen dejarse de lado.
En este sentido, el desbloqueo mental que produce el descanso provoca una mejora de la capacidad de juicio y decisión, posibilitando el análisis completo de la información disponible y la posterior toma decisiones.
Además, el descanso provoca la liberación de endorfinas y la activación de los circuitos neurales de recompensa, estimulándose la presencia de dopamina y serotonina en el cerebro. Todo ello produce una reducción de ansiedad y esquemas negativos de pensamiento. En conclusión, las vacaciones suponen una vía que provoca la felicidad en aquellos que son capaces de disfrutar del periodo de descanso vacacional.
Como en todas las cosas, necesitaremos un periodo de transición para ir bajando el ritmo de actividad y adaptarnos al nuevo escenario, para luego ir subiendo nuestra actividad según deseemos, sin prisas ni agobios, y planificar qué hacer sin que ello suponga una nueva fuente de angustia y presión. El tiempo libre que tenemos ante nosotros, podemos interpretarlo como una oportunidad para cuidarnos, para curarnos en salud. El lugar al que ir y qué hacer, dependerá de nuestro gusto y circunstancias, pero lo más importante es el cambio de ritmo y la flexibilidad en todo.
Algunas investigaciones con hombres de mediana edad, han constatado que el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias se reduce en un 20% y el de muerte en un 30%, cuando se dispone de un periodo de descanso fijo al año. Todos conocemos personas con éxito en el trabajo y en la vida que no son capaces de desconectar y tomarse unos días de asueto y que lamentable han acabado sufriendo problemas de salud que tal vez podrían haberse evitado.
Varias razones para tomarse unas vacaciones:
- Catapulta la creatividad
Como podrás suponer, mientras trabajamos estamos funcionando en “modo focalizado”, por lo que es normal que después de cierto tiempo nuestro cerebro termine sobresaturado. De hecho, se estima que en la actualidad, entre noticias, redes sociales, mensajes de correo y televisión, consumimos diariamente el equivalente a 174 hojas de periódicos, cinco veces más de lo que asimilábamos en 1986. Ante tanta información, es normal que el cerebro se sature de información. Por tanto, unas vacaciones nos permiten desconectarnos del mundo y dejar que una parte de nuestro cerebro divague, precisamente la encargada de conectar ideas aparentemente inconexas y facilitarnos los insights -esto es, soluciones repentinas a problemas, la famosa «bombilla» que se ilumina-. Por eso, no es sorprendente que las investigaciones apunten que las personas más creativas son precisamente aquellas en las que la red neural por defecto se mantiene más activa. - Nos ayuda a tomar mejores decisiones
El cerebro trabaja mejor cuando no está sometido a una gran presión, cuando funciona en “modo relajado”. De hecho, se ha demostrado que después de dar paseos relajantes en la naturaleza o incluso luego de una pequeña siesta mejoran nuestros procesos cognitivos, en especial la atención y la memoria. Una vez que hayamos asimilado todos los detalles necesarios, darle vueltas al asunto no siempre nos conduce a tomar la mejor decisión, lo mejor es asumir una distancia psicológica. De hecho, unas vacaciones permiten que nuestra red neuronal por defecto se active e integre la información, ayudándonos a decidir mejor. - Alivia el estrés
Las vacaciones son el mejor antídoto contra el estrés, una respuesta que se desencadena cuando estamos sometidos a demasiada presión y sentimos que nuestro entorno no es lo suficientemente seguro. En ese momento nuestro organismo comienza a liberar grandes cantidades de cortisol y epinefrina, hormonas que no solo nos preparan para la lucha o la huida sino que, a largo plazo, provocan una respuesta inflamatoria que termina afectando profundamente el cerebro y dando lugar a enfermedades crónicas. Tomar unas vacaciones lejos del estrés del trabajo y la rutina cotidiana nos ayuda a relajarnos, disminuye los niveles de ansiedad y le da a nuestro cuerpo la oportunidad para reparar los daños causados y regenerarse. De hecho, no podemos olvidar que el estrés mata las neuronas e impide que se formen nuevas células nerviosas. - Genera nuevas ideas
Cualquier descanso es positivo para el cerebro, pero unas vacaciones fuera de casa, en contacto con otras culturas, es como un auténtico masaje cerebral que promueve nuevas ideas. Así lo demuestra un estudio realizado en la Singapore Management University, en el cual también se puntualiza que el grado de creatividad es mayor mientras más dispuestos estemos a profundizar en las nuevas costumbres que encontramos en nuestro destino. Por tanto, no basta con viajar, es necesario explorar el lugar y abrirse a nuevas formas de asumir la vida, con una actitud relajada y libre de juicios. Solo así comprenderemos que no hay una manera “correcta” de hacer las cosas, sino diferentes caminos. - Nos hace más felices
El estrés crónico contribuye a aumentar los niveles de depresión y ansiedad. De hecho, las personas que no toman vacaciones con regularidad suelen reportar tres veces más depresión y ansiedad que quienes logran desconectar cada cierto tiempo del trabajo. Varios estudios indican que bastan dos semanas de vacaciones para relajarnos y sentirnos mucho más felices. Durante ese tiempo la cantidad de endorfinas que nuestro cuerpo genera es suficiente para contrarrestar el efecto nocivo de las hormonas del estrés. - Incrementa la concentración
Aunque puede parecer contradictorio, lo cierto es que las vacaciones nos ayudan a mantenernos concentrados. De hecho, el estrés crónico afecta directamente la parte del cerebro relacionada con la memoria y la consecución de los objetivos. Por eso, las personas que trabajan ininterrumpidamente, sin tomar vacaciones, a menudo se sienten bloqueadas y tienen dificultades para concentrarse. Al contrario, al regresar de las vacaciones nos sentimos llenos de energía, nuestra capacidad de reacción aumenta y somos capaces de mantenernos concentrados durante periodos de tiempo más largos. - Aumenta la productividad
Ser productivos no significa, necesariamente, pasar mucho tiempo trabajando, sino aprovechar esas horas al máximo. Por eso, las empresas más productivas, y también en las que los trabajadores enferman menos, son aquellas en las que los empleados pueden tomarse más días de vacaciones. De hecho, la mayoría de las personas reportan sentirse más satisfechas con su trabajo cuando tienen la posibilidad de irse de vacaciones con cierta regularidad. Esa sensación de satisfacción se revierte en la productividad, creando también un mejor clima laboral.
Por otra parte, es necesario tener en cuenta que el simple hecho de tener vacaciones no es por sí mismo reparador, sino que el descanso proviene del cambio de actividades y formas de pensar en comparación con la situación habitual. De este modo, no todo vale, si no que se debería tener en cuenta algunos elementos que dificultan el verdadero disfrute del periodo vacacional.
En este sentido, un problema común ante la presencia de vacaciones, especialmente si se trata de unas de corta duración, es la programación excesiva. Frecuentemente se tiende a hacer extensos listados de cosas que hacer o visitar. Merece la pena tener en cuenta que más cantidad no equivale a más calidad, ya que saturar el tiempo disponible puede producir aún más estrés.
La hora de dormir también es un problema frecuente. Es habitual ver cómo los individuos tienden a acostarse de acuerdo a un horario estipulado con el fin de aprovechar el tiempo. De nuevo se ha de recordar que el objetivo final es descansar y disfrutar.
Consejos para disfrutar en vacaciones
- Cuidado con tener programado la mayor parte del día. Está bien tener objetivos y opciones pero hacer más actividades, pero un verano muy ocupado no es siempre sinónimo de disfrutar más.
- Disfrutar de las vacaciones es más fácil si las actividades que realizamos nos cansan físicamente. Normalmente las vacaciones son más necesarias para cambiar el ritmo habitual de vida, que para el descanso físico propiamente.
- No te plantees una hora fija para acostarse. Si estás a gusto no es necesario obligarse a ir a la cama a la hora que has planeado. Modifica tus planes en función de lo que te apetezca. No se trata de llegar a un extremo, pero estar pendiente todo el tiempo de lo que está por venir no ayuda a disfrutar de
las vacaciones. - Si convives en vacaciones con otras personas intenta que los demás también planteen actividades. Suele ayudar a no querer controlar en exceso lo que se va a hacer. Casi siempre es suficiente el cambiar de rutinas para poder disfrutar de las vacaciones.
- Las vacaciones no tienen que ser siempre en la playa o en la montaña. ¿Has pensado en colaborar con un comedor social, con una ONG?
- Si coinciden las vacaciones con muertes de personas queridas, date tiempo para pensar e incluso para estar triste, pero concédete también realizar actividades que durante un rato te permitan desconectar. El “curso laboral” es largo y es importante romper con el resto del año para no desfondarnos dentro de unos meses.
- Si viajas, tienes que ser consciente de que los horarios durante el traslado suelen verse alterados: hacer las maletas, aviones que llegan con retraso, las habitaciones del hotel aún no están preparadas…
- Planifica el gasto que eres capaz de asumir. Deja un margen para imprevistos. Estar haciendo cuentas constantemente amarga bastante las vacaciones.
- Cuidado con los excesos. Beber o comer bien es estupendo, y produce placer, pero excederse puede arruinar las vacaciones.
- Cambia de aspecto, «vístete de vacaciones», córtate el pelo, compra una nueva prenda, una colonia…
Disfrutar en Vacaciones (en pareja): cómo evitar conflictos
Tener vacaciones conlleva pasar más tiempo con nuestra pareja y aprovechar para organizar una escapada y pasar así más tiempo juntos. Es la ocasión perfecta para estar a solas sin las interferencias cotidianas del día a día, que en ocasiones impiden la comunicación y afectan a la vida en pareja. Pero si la convivencia ya de por sí es difícil, cuando se trata de pasar todo el día juntos la situación se convierte en una auténtica prueba de fuego para la estabilidad y la durabilidad de una pareja. Estadísticamente, el verano es la época en la que más rupturas se producen, debido a diversos conflictos que derivan de los pequeños roces de esta convivencia tan intensa.
- Ante todo y en primer lugar, lo más importante es ser flexible. No se trata de ceder constantemente en cada situación, pero sí intentar ser empático, entender los argumentos o la posición del otro, e intentar llegar a un consenso de manera razonable. Esto es el pilar fundamental tanto para pasar unas sencillas vacaciones apacibles como para la vida diaria.
- Planificad juntos las vacaciones. Elegid un destino que os interese a los dos, que sea atractivo para ambos. Vuestros gustos no tienen por qué coincidir, pero seguro que podéis encontrar algún lugar de veraneo que reúna lo que cada uno quiere. Si no, como hemos comentado, intentad llegar a un acuerdo razonablemente.
- Repartid tareas. Es importante distribuir las tareas que surgen a la hora de organizar un viaje: realizar reservas, hacer las maletas, comprobar el estado del coche, etc. Este trabajo en equipo ayudará a reforzar la complicidad y la confianza en la pareja, y a eliminar estrés.
- No imaginéis unas vacaciones de ensueño. Esas parejas felices y sonrientes que veis en los catálogos de viajes no existen. Los viajes no solucionan los problemas por arte de magia ni son antídotos infalibles contra los pequeños conflictos entre cónyuges. Las parejas de verdad tienen pequeños enfrentamientos, así que no os desaniméis ni os frustréis si discutís alguna vez, es normal. Lo importante es saber sobrellevarlo, dialogarlo y solucionarlo de manera sosegada.
- Aprovechad para tener intimidad. Aunque esto es más complicado si viajáis con niños, hay que intentar buscar un rinconcito para avivar la pasión de la pareja. Pasar tiempo a solas para conversar, practicar aficiones comunes, y cuidar la vida sexual es fundamental para una pareja.
- Además de ser flexible, otro punto importantísimo que no hay que olvidar es la comunicación. Hay que dialogar, saber escuchar, saber exponer nuestros sentimientos, así como disconformidades y opiniones. Necesitamos ser asertivos, razonables y flexibles, y no imponer nuestro criterio sobre el del otro. Como se suele decir, hablando se entiende la gente.
La comunicación, la flexibilidad, la intimidad y una buena organización son la base fundamental de una pareja, ya que sea para pasar unas vacaciones perfectas como para el día a día una vez de vuelta a la vida real, y es importante tenerlas en cuenta de manera constante para tener una relación sana. El verano no cura los problemas que ha traído el invierno y, en ocasiones, debido a la intensa convivencia en vacaciones, estos se agravan.
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