Según estudios en varios países, se calcula que la depresión puede afectar a casi 20 millones de personas en todo el mundo, que en muchas ocasiones no saben que la padecen ni que puede tratarse eficazmente.
¿En qué se diferencia la depresión
de la tristeza pasajera?
Nuestro estado de ánimo no tiene por qué ser positivo todo el tiempo, ya que podemos sentirnos tristes o decaídos en algún momento. Las transiciones importantes en los ciclos vitales y los factores de estrés (una enfermedad grave, perder un trabajo, la muerte de alguien cercano o una ruptura sentimental) son algunos de los acontecimientos que nos provocan sufrimiento, aunque lo normal es que este dolor tienda a atenuarse con el paso del tiempo. Otros elementos que también pueden contribuir a la hora de sufrir una depresión son la falta de autoestima o la pérdida de la identidad (despersonalización).
Pero cuando los sentimientos de gran tristeza y desesperación se prolongan más de dos semanas y empiezan a entrar en conflicto con la vida diaria -trabajar, comer, dormir, relacionarse…- podemos hablar de depresión. Aquellas personas que la padecen, tienen sentimientos de indefensión, desesperanza y culpabilidad incluso por tener estos sentimientos, llegando a pensar en la muerte o el suicidio. De igual manera, la vida social de las personas deprimidas paulatinamente va extinguiéndose, dejando de participar en todo tipo de actividades -incluidas las más cercanas con familiares y amigos-.
¿Cuál es la causa de la depresión?
Comenzando por lo puramente físico, la química interna cerebral influye en nuestro estado de ánimo y en los procesos biológicos del pensamiento: de esta forma, un desequilibrio en los neurotransmisores pueden influir directamente en algunos casos de depresión (endógena), aunque también algunas enfermedades graves y crónicas no relacionadas directamente con el sistema nervioso -enfermedades cardíacas, cáncer, insuficiencia renal grave…- también pueden provocar una depresión.
Pero para casi todas las personas, una depresión indica un desequilibrio en varios aspectos cognitivos y emocionales de la existencia.
Aunque en el caso de la depresión siempre existe un origen -incluso a veces, como en la depresión endógena, puramente fisiológico-, las causas a veces no son claras desde el primer momento, por lo que la evaluación debe ser meticulosa, así como el diagnóstico.
Los sujetos depresivos en algunos casos pueden no tener control sobre los factores principales de la depresión, aunque normalmente lo que sucede es que las personas no se dan cuenta de que en realidad pueden tener opciones y realizar cambios en sus vidas.
¿Puede tratarse la depresión con éxito?
Por supuesto. La depresión se puede controlar e incluso eliminar mediante la psicoterapia, llegando a la total recuperación, aunque aún existe el tópico de que si alguien busca ayuda para sus «problemas» -así se suelen llamar coloquialmente a los conflictos mentales- es un signo de debilidad, cuando en realidad, es todo lo contrario: es un indicio de inteligencia intentar buscar una solución, adaptándose a la situación.
Pero lo importante es tener en cuenta que una persona con depresión que no recibe ayuda profesional no va a mejorar espontáneamente. El no buscar asistencia es una fuente de sufrimiento sencillamente innecesaria. De hecho, todos esos pensamientos y sentimientos reprimidos pueden empeorar la depresión.
¿Es útil la medicación antidepresiva?
Si. Por definición, la psicofarmacología puede ser de utilidad a la hora de enfrentarse a unos síntomas que incapacitan al sujeto. No obstante, después de ese proceso inicial, es imprescindible realizar paralelamente un abordaje en psicoterapia para descubrir los orígenes del problema y enfrentarnos a él. Paulatinamente, la medicación debería ir disminuyendo a la vez que el paciente va desarrollando herramientas y estrategias de afrontamiento en la psicoterapia, ya que no tiene sentido cronificar una pauta de medicación antidepresiva sin otro tipo de acción.
Por supuesto, dado que pueden existir efectos secundarios, la pauta de fármacos antidepresivos debe ser controlada médicamente para que, en colaboración con el psicoterapeuta, vaya resultando efectiva en la evolución del tratamiento conjunto de la depresión.
¿Cómo ayuda la psicoterapia a recuperarse de la depresión?
La psicoterapia consigue identificar los factores que la han originado, y pone al paciente en disposición de afrontar las causas psicológicas, situacionales, conductuales e interpersonales.
En la fase del abordaje de la depresión, los profesionales de la salud mental:
- Identificamos los problemas vitales que influyen en la depresión y ayudamos al paciente a comprender qué aspectos pueden cambiar. Se trata de encontrar nuevas opciones para la vida y establecer unos objetivos realistas para que el paciente mejore mental y emocionalmente. Es también muy importante integrar (y aceptar) los recuerdos negativos para seguir avanzando en esta nueva visión de la existencia.
- Descubrimos formas de pensamiento negativo o distorsionado que pueden originar sentimientos de indefensión o desesperación, que normalmente se dan en la depresión (generalizar hacia lo negativo, el pensamiento extremo en términos de «todo» o «nada», etc).
- Ayudamos a las personas a recuperar el control de su propia vida, añadiendo poco a poco nuevas perspectivas y actividades que puedan resultar agradables.
Una vez que hemos tenido un episodio depresivo, la probabilidad de sufrir otro aumenta notablemente; pero la psicoterapia puede disminuir significativamente otro nuevo brote o reducir su intensidad.
El apoyo social a través de los seres más cercanos (familia, amigos) es de capital importancia para la evolución en la depresión. Este conjunto de personas pueden ayudar y reforzar al paciente a continuar el proceso de la psicoterapia, afrontando el problema. En la compleja situación de la depresión, la terapia familiar o de pareja también puede ser muy efectiva a la hora de unir a los afectados por la dolencia, aprendiendo maneras efectivas de apoyo.
En cualquier caso, es imprescindible que el paciente sea, a través de una sólida alianza terapéutica, un sujeto activo en la psicoterapia.