Los años sabáticos antes de empezar una carrera o trayectoria profesional puede ser algo muy acertado. Pero pasar de un periodo de actividad a una etapa en la que predomina el tiempo libre puede llegar a causar ciertos problemas relacionados con la falta de planificación y la mala gestión de las expectativas.
En esencia el año sabático son doce meses en que se deja de lado toda actividad laboral o académica, para entregarse en cuerpo y alma al goce de la vida sin compromiso alguno. En este período son frecuentes los viajes o giros importantes en la vida, que tiene que ver con la satisfacción de anhelos íntimos que por años han sido postergados por la responsabilidad de trabajar y ganarse la vida. Tiene su origen en la biblia, proviniendo de la cultura hebrea, que acostumbraba, luego de seis años de cosechas, dejar descansar la tierra durante un año para mejorarla.
Los personajes famosos, también recurren a este método, agobiados por el peso del éxito que casi no les permite vivir su propia vida y aprovechan ese tiempo para casarse, tener hijos o bien viajar sin las urgencias que implica protagonizar un espectáculo. También lo hacen los docentes universitarios que necesitan descansar de la rutina para dedicarse a tareas de investigación o actualización con mayor dedicación y entusiasmo, manteniendo su sueldo, tanto en Europa como en Estados Unidos.
Por lo general, muchos profesionales aprovechan su tiempo libre para escribir un libro con los datos obtenidos del análisis de su trabajo o con el resultado de su investigación; teniendo la posibilidad de pedir una beca en el
Los años sabáticos pueden resultar aprovechables si la persona tiene la disciplina suficiente como para dedicarse en forma regular a realizar su trabajo de investigación, dado que el sentido de esta práctica consiste en cambiar la rutina diaria que no le permite el necesario desarrollo y crecimiento personal y/o profesional, disminuyendo notablemente el estrés habitual de la vida diaria. Este paréntesis suele ser necesario y al mismo tiempo resulta beneficioso para las instituciones, porque permiten mejorar el prestigio de sus profesionales.
El concepto de año sabático puede no resultar muy popular para aquellas personas que confunden la vida con el trabajo, pero lo cierto es que es un recurso más que puede ayudarnos tanto a ganar en salud como a evolucionar en lo personal.
Lamentablemente, en ocasiones el año sabático es confundido con la simple inactividad y la incapacidad para planificar un proyecto laboral viable (siendo esto último, por cierto, algo que no depende enteramente ni de la fuerza de voluntad ni del esfuerzo). Estar unos meses sin trabajar de manera remunerada ni recibiendo formación reglada no tiene por qué ser una pérdida de tiempo.
Beneficios de los Años Sabáticos
- Tiempo para formarte de modo autodidacta:
La mayoría de carreras universitarias o formación reglada de posgrados orienta hacia especializaciones que, de un modo u otro, limitan el abanico de aprendizajes a los que podemos optar. Esto es positivos en muchos aspectos, ya que volverse experto en algo requiere de la necesidad de centrarse en un campo de conocimiento concreto. El año sabático nos permite salir de esta dinámica y dejarnos tiempo para aprender por nuestra cuenta o con la ayuda de cursos presenciales u online. La duración de un año nos permite adentrarnos lo suficiente en una nueva temática como para seguir formándonos en ella de un modo más fluido cuando pasemos a compaginarla con el trabajo. - Viajar, el gran regalo para los sentidos:
Para viajar bien es necesario disponer de tiempo para descubrir todos los secretos de aquello que se visita. El año sabático nos da la oportunidad de realizar varios viajes, ya sea utilizando dinero ahorrado o recurriendo a programas de voluntariado que ofrecen estancia gratuita a cambio de varias horas de trabajo semanales. - La posibilidad de aprender idiomas:
Otro de los motivos por los que el año sabático no equivale a estar todo el día sin hacer nada es que nos deja un amplio margen para aprender idiomas. De hecho, si ponemos en ello el tiempo y el empeño suficiente, los resultados después de pasar unos 11 o 12 meses aprendiendo un idioma partiendo desde la más completa ignorancia acostumbran a ser sorprendentes, especialmente si ya dominamos uno que se parezca a este en gramática o vocabulario. - Puedes conocer más gente:
A veces nos olvidamos de uno de los aspectos más importantes de la vida que quedan reducidos cuando trabajamos o estudiamos de forma intensiva: las relaciones sociales. Ya sea para hacer networking desde una perspectiva profesional o para extender el círculo de amistades, el año sabático nos permite disfrutar de momentos y espacios perfectos para entrar en contacto con personas con intereses parecidos a los nuestros. Asistir a festivales, a conferencias, hacer quedadas… hay multitud de contextos adecuados para socializar. - Nos impulsa a tomar el control de nuestras vidas:
Aunque parezca extraño, salir del circuito de la formación reglada y del trabajo a jornada completa nos ayuda a ganar poder sobre nuestros actos y decisiones. Esto es así porque por primera vez disponemos de una libertad casi total para priorizar objetivos y trazar planes, algo que no ocurre en los otros dos escenarios. - Ofrece un oasis de conciliación familiar:
Si hace años que la comunicación en el seno de la familia se lleva resintiendo por la falta de tiempo juntos, este es el momento ideal para reconciliarse o simplemente retomar el contacto y fortalecer el lazo afectivo que nos une a nuestros padres, madres, hermanos, etc.
Ahora que hemos visto las ventajas asociadas al año sabático, es bueno repasar los aspectos que hay que tener en cuenta antes de decantarse por esta opción, principalmente, porque hay que dedicar esfuerzos a preparar el año sabático en dos sentidos: ahorrar y planificar. Disponer de un colchón económico también es necesario incluso en aquellos casos en los que no nos dispongamos a realizar proyectos que requieran grandes gastos, porque en caso de necesitar dinero para eventos imprevistos, estamos más expuestos al no disponer de un trabajo a jornada completa.
Por otro lado, planificar con un tiempo prudencial es fundamental porque en caso de no hacerlo posiblemente nos pasaremos el año desaprovechando muchas semanas y simplemente “incrustando” algunos eventos en nuestro calendario de vez en cuando. Esta última opción es una manera incorrecta de imaginar el año sabático, un periodo caracterizado no por el tiempo libre o de descanso, sino por la libertad de elegir hacia donde queremos ir.
Pero no sólo es necesario tener los ahorros suficientes para solventar un año sin ingresos y planificar las actividades que vayamos realizar: también es oportuno reflexionar qué se gana y se pierde con un año sabático. Un año fuera del ritmo habitual del trabajo o los estudios puede implicar que tu mente y tu cuerpo pierdan la costumbre del ritmo diario, pero de la misma forma las actividades que se desarrollen para estimular la capacidad cognitiva y fomenten tener otras perspectivas vitales son muy motivadoras. De esta manera, podríamos concluir que a nivel personal, uno gana más de lo que pierde con un año sabático.
Interesante artículo. Aunque siempre he creido que el descanso prolongado no es beneficioso, leído esto, voy a empezar a cambiar de parecer…
Gracias, Manuel. Un saludo.