Hay seis mitos en torno al estrés. Descartarlos nos permite entender nuestros problemas y luego tomar acciones para contrarrestarlos. Analicemos estos mitos.
- Mito 1: El estrés es igual para todos.
Totalmente equivocado. El estrés es diferente para cada uno. Lo que es estresante para una persona puede o no ser estresante para otra; cada uno de nosotros responde al estrés en forma totalmente diferente.
- Mito 2: El estrés siempre es malo.
Desde este punto de vista, cero estrés nos hace sentir felices y sanos; pero este concepto no es del todo cierto. El estrés es para la condición humana lo que la tensión es para la cuerda del violín: muy poca tensión y el sonido es apagado y desafinado; demasiada tensión y el sonido es estridente o la cuerda se rompe. El estrés puede ser el beso de la muerte o la sal de la vida. La cuestión reside realmente en cómo manejarlo. El estrés bien manejado nos hace sentir productivos y felices; el estrés mal manejado nos perjudica e incluso puede matarnos, así como suena.
- Mito 3: El estrés está en todas partes y por lo tanto, no puede hacerse nada al respecto.
No exactamente. Podemos planificar nuestra vida de modo que el estrés no nos abrume. La planificación eficaz implica establecer prioridades y trabajar primero en los problemas sencillos, resolverlos y luego continuar el proceso con dificultades más complejas. Cuando el estrés está mal gestionado, es muy difícil establecer prioridades, ya que en esa situación todos los problemas parecen ser iguales y el estrés parece estar en todos lados.
- Mito 4: Las técnicas más populares para reducir el estrés son las mejores.
Nuevamente, no es tan así. No existen técnicas de reducción de estrés que sean eficaces universalmente. Todos somos diferentes, nuestras vidas son diferentes, nuestras situaciones son diferentes y, por tanto, nuestras reacciones son diferentes. Lo único que funciona es un programa integral adaptado a las necesidades de la persona.
- Mito 5: Si no hay síntomas, no hay estrés.
La ausencia de síntomas no significa la ausencia de estrés. De hecho, camuflar los síntomas con medicación -como en buena parte de la salud mental- puede privarlo de las señales que necesita para reducir la tensión en sus sistemas fisiológico y psicológico.
- Mito 6: Los síntomas de estrés más importantes son los únicos que requieren atención.
Este mito supone que los síntomas «secundarios», como dolor de cabeza o acidez estomacal, pueden ignorarse con tranquilidad. Los síntomas secundarios de estrés son las primeras advertencias de que su vida se está descontrolando y de que necesita esforzarse más para sobrellevar el estrés.
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